martes, 12 de mayo de 2015

Beneficios de los ejercicios para las personas con cáncer



Beneficios  de los ejercicios  para las personas con cáncer 

Uno de los conceptos más difíciles al convencer a los pacientes de cáncer, es que el ejercicio puede ayudarles a superar la sensación de fatiga. La mayoría de los pacientes rápidamente estarán en desacuerdo porque están demasiado cansados para realizar siquiera actividades diarias normales. El ejercicio ha demostrado, en muchos estudios previos, que juega un papel más preventivo en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer (10,13,23,27). Este concepto es ya conocido, ¿pero qué pasa con los beneficios del ejercicio para los pacientes que ya padecen de cáncer?.
    Numerosos estudios (9,12,15,16,21,26,37) han sugerido que el ejercicio, desde intensidades suaves a moderadas, tiene muchos beneficios para personas con cáncer. Algunos de estos beneficios incluyen: incrementos en la función cardiovascular, pulmonar y muscular ( a raíz de un incremento en el consumo de oxigeno), volumen de eyección cardiaca, volumen minuto cardiaco, vascularización muscular, circulación linfática, ritmo metabólico, tono muscular, fuerza, coordinación y balance (28). Durante el tratamiento contra el cáncer, la quimioterapia, radiación o cirugía puede causar efectos duraderos (secundarios) a varios tejidos biológicos. Los beneficios del ejercicio para los sistemas cardiovascular, pulmonar, musculoesquelético y endocrino son discutidos brevemente a continuación.
    Durante el ejercicio, el corazón bombea volúmenes de sangre incrementados para suplir oxigeno y nutrientes y remover dióxido de carbono y desechos metabólicos; el sistema respiratorio maneja una carga de trabajo incrementada, intercambiando oxigeno y dióxido de carbono entre la sangre y la atmósfera. El sistema nervioso y varias hormonas también tienen importantes roles: integrar la respuesta del cuerpo al ejercicio y regular los cambios metabólicos que ocurren en el músculo y otros tejidos (19). El ejercicio parece influenciar las defensas huéspedes contra infecciones virales y cancerígenas. El ejercicio también provoca una liberación de varias citokinas involucradas en la resistencia contra tumores, lo cual también puede influenciar la actividad de las células citotóxicas.
    Más aún, el stress influye en la resistencia al crecimiento de tumores y algunas hormonas de stress liberadas durante el ejercicio, como las corticoesteroides o catecolaminas, pueden modular la habilidad de las células inmunes para exterminar a las células tumorales (18). Por lo tanto, puede ser postulado que el ejercicio puede influenciar las defensas huéspedes contra el crecimiento tumoral, vía directa o indirecta, modulando la actividad de las células citotóxicas. La mayoría de los estudios en este área se han centrado en las células asesinas naturales (NK - Natural Killers), con relativamente menos atención prestada a los efectos del ejercicio en los linfocitos T citotóxicos y monocitos citotóxicos (18).
    La declinación en la capacidad funcional experimentada por 1/3 o más de los pacientes con cáncer, sin importar la etapa en la que se encuentre la enfermedad, puede ser atribuido a condiciones hipocinéticas desarrolladas por prolongada inactividad física. Esta condición hipocinética puede causar la reducción de la eficiencia de los sistemas energéticos (vías metabólicas) lo cual puede disminuir la asimilación de sustratos energéticos por el cuerpo que son esenciales para la realización de tareas diarias. La condición hipocinética también puede tener algunos efectos en los niveles hormonales, lo cual puede llevar a un mayor desbalance homeostático. Estas modificaciones que pueden ocurrir debido a la inactividad física pueden llevar a un malfuncionamiento de varios sistemas en el organismo, lo cual puede ser también correlacionado con los altos niveles de fatiga experimentada por el paciente.
    El ejercicio ha sido sugerido por muchos investigadores (9,12,15,16,21,26,27) como una solución rehabilitativa para la perdida energética en pacientes con cáncer. Definido como la contracción y relajación rítmica de grandes grupos musculares sobre un periodo de tiempo prolongado, el ejercicio aeróbico ha demostrado ser capaz de mejorar las capacidades físicas en pacientes con cáncer (13). En un estudio conducido por Dimeo y col. (13), el resultado más significativo fue que los pacientes experimentaron una clara reducción de fatiga y pudieron sobrellevar actividades normales de la vida diaria sin limitaciones.
    La mayoría de los pacientes con cáncer no son tan activos durante y después del tratamiento como lo fueron antes del tratamiento o incluso antes de la diagnosis. Una reducción de las actividades físicas causa atrofia muscular, cambios en las propiedades musculares y reducciones en la densidad ósea. La atrofia muscular y una reducida densidad ósea pueden llevar a un nivel reducido de fuerza musculoesquelética y rendimiento y contribuye a un incremento en el riesgo de fractura ósea y lesiones musculoesqueléticas (2). La atrofia musculoesquelética y los cambios en las propiedades musculares contribuyen a una declinación en la eficiencia cardiovascular. Una declinación de la eficiencia cardiaca se refleja en una frecuencia cardiaca y presión sanguínea incrementada en reposo y durante ejercicios de tipo submáximo. Una reducción en la eficiencia cardiovascular combinada con elevaciones en los niveles de colesterol y disminución de los niveles de HDL, debido a la inactividad física, contribuye a un perfil de riesgo cardiovascular incrementado (1).
    Una declinación en la función pulmonar, debido a la inactividad física, puede incluir una respuesta ventilatoria pesada, flujo de aire y función muscular disminuida y empeoramiento en el intercambio de gases, producto de desajustes en la ventilación/perfusión y a una declinación en la difusión que predispone a las personas a enfermedades respiratorias como la neumonía (2).
    Algunas consideraciones (preocupaciones) clínicas iniciales acerca del ejercicio para pacientes con cáncer incluyen: a) el incremento en la probabilidad de una fractura ósea patológica producto de una integridad ósea comprometida, c) posible empeoramiento de cardiotoxicidad por quimioterapia y/o radiación, d) dolor severo, nauseas y fatiga que puede ser intensificada por el ejercicio físico y e) la inhabilidad y/o pereza de los pacientes con cáncer para tolerar el ejercicio dada su condición física y emocional deteriorada (11). A pesar de todas estas consideraciones (preocupaciones), existe un cuerpo de evidencia creciente que muestra como el ejercicio puede beneficiar a pacientes con cáncer. (9,12,15,16,21,26,27).

¿Puede el ejercicio ayudar a revertir los efectos del tratamiento contra el cáncer?
    Los beneficios cardiovasculares del ejercicio para pacientes con cáncer han mostrado ser evidentes en pacientes que no han tenido signos de empeoramiento de la función cardiaca antes del tratamiento contra el cáncer (14) En este estudio, ningún paciente del grupo en entrenamiento desarrollo signos clínicos de cardiotoxicidad durante los 2 meses luego de la quimioterapia. Para mujeres con cáncer mamario, un programa de fitness que incluya ejercicio aeróbico disminuirá el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular y osteoporosis (20). Debido a que el tratamiento contra el cáncer mamario usualmente termina con una disminución de las fuentes naturales o exógenas de estrógeno, estas mujeres enfrentan un gran riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular y osteoporosis.
    El tratamiento contra el cáncer ha demostrado en algunos casos ser dañino para el sistema cardiovascular. El corazón en un paciente cardiaco se vuelve menos eficiente en bombear sangre a los tejidos y órganos, por tanto se compromete la habilidad de realizar tareas de la vida diaria y se alcanzan grandes niveles de fatiga. El ejercicio físico puede promover un entrenamiento cardiovascular nuevamente, a través de actividades aeróbicas, permitiéndole al corazón volverse más eficiente en la tarea de suministrar sangre al cuerpo y disminuir los niveles de fatiga experimentados por el paciente.
    Los beneficios pulmonares del ejercicio, en lo que respecta al daño provocado por el tratamiento contra el cáncer, se relaciona con un incremento del volumen pulmonar, disminución del trabajo al respirar y una habilidad incrementada para el intercambio gaseoso. El rendimiento atlético puede ser medido por medido de muchas variables fisiológicas observadas en los entrenamientos. Sin embargo, la mayoría de las funciones pulmonares medidas no se aplican para la predicción del rendimiento. No existe una relación substancial aparente entre el rendimiento atlético y la capacidad vital, capacidad pulmonar total o volumen espiratorio forzado (17). La más útil adaptación es probablemente un incremento en la resistencia de los músculos respiratorios. Cuando los músculos respiratorios se vuelven entrenados debido al ejercicio, el paciente experimentará un alivio de la respiración pesada debido al hecho de que el gasto de energía por estos músculos disminuirá. También, un ritmo de intercambio respiratorio mas eficiente podrá proporcionar una distribución más efectiva de oxigeno a los sistemas en el cuerpo.
    Dado el hecho que los alvéolos de los pacientes con cáncer están disminuidos en número y comprometidos por un estrechamiento de las septas alveolares, los efectos del ejercicio en el sistema pulmonar de los pacientes con cáncer no son conocidos. Una hipótesis es que los alvéolos se regeneran debido a un supuesto incremento en el suministro de sangre a este órgano, sin embargo el estrechamiento de las septas no parece ser reversible
    Los efectos laterales del tratamiento contra el cáncer en el sistema musculoesquelético han demostrado mejorías fisiológicas gracias a la intervención mediante el ejercicio físico. La pérdida de masa corporal magra que se reporta durante los tratamientos contra el cáncer no está bien explicada aún. Esta reducción de masa muscular puede ser a causa de una reducción por cirugía, depleciones del tratamiento e inactividad durante la recuperación. Esta pérdida de musculatura puede ser responsable del incremento en la necesidad de producir grandes cantidades de energía para producir suficiente fuerza contráctil, requerida durante rendimientos energéticos o cuando se requiere sentarse y pararse (13,21,25). El ejercicio puede estimular varios beneficios para el sistema musculoesquelético. Tales beneficios incluyen el desarrollo de nuevas células saludables que remplazaran a las células saludables que murieron durante el tratamiento contra el cáncer. Este proceso ha demostrado entregar a pacientes las ganancias en fuerza necesarias para realizar actividades diarias, más motivación y energía y un incremento general en la calidad de vida.
    El sistema endocrino parece ser un sistema biológico que sufre severas consecuencias en lo que respecta al tratamiento contra el cáncer (principalmente radiación). Estas alteraciones pueden llevar al paciente a experimentar futuras complicaciones en sistemas aparte del que ya esta comprometido por la enfermedad. Por ejemplo, la disminución en la producción de la hormona tiroxina y triiodothyronine tiene efectos biológicos en el consumo de oxigeno, el sistema nervioso central y periférico, músculo cardiaco y esquelético, metabolismo de los carbohidratos y del colesterol y en el crecimiento y desarrollo (30). También, alteraciones en el metabolismo pueden potencialmente llevar a futuras complicaciones cardiacas. Las complicaciones cardiacas pueden ocurrir debido a un incremento en la cantidad de colesterol debido a una disminución del metabolismo de los carbohidratos
    Las intervenciones a través del ejercicio pueden tener un importante rol en volver a la normalidad (niveles previos al cáncer) los niveles hormonales. El ejercicio puede estimular la liberación de hormonas que pudieron haber sido suprimidas, como también ayudar a incrementar la eficiencia de las vías metabólicas que fueron comprometidas por el cáncer. Todas estas alteraciones que pueden ocurrir con la intervención del ejercicio pueden potencialmente ayudar a los pacientes con cáncer a mejorar su capacidad funcional. Un mejoramiento del metabolismo, balance de fluidos, transporte de oxigeno y funcionamiento del sistema nervioso central y periférico podrá crear una homeostasis general. Esta homeostasis posiblemente podrá dar al paciente un estado de bienestar general.

 

La alimentación para una persona con cáncer

Alimentación en el Paciente con Cáncer

El cáncer no es una enfermedad aislada y solitaria, sino que cada vez se conoce más sobre ella, lo que incide en mejores tratamientos y mayor esperanza para quienes la padecen. Pese a la variedad de características que presenta, los diferentes órganos del cuerpo donde se manifiesta y los diversos tratamientos que requiere según el caso, hay que procurar siempre que el paciente tenga la mejor calidad de vida posible mientras lucha contra la enfermedad. Para contribuir a ello, un factor indispensable es ofrecer una variada y adecuada nutrición.
Cáncer y Antioxidantes
Nuestro cuerpo libera, de forma natural, radicales libres a consecuencia de múltiples funciones, sin embargo, a la vez, estos radicales libres se convierten en nuestros enemigos cuando exceden la capacidad que el cuerpo tiene de manejarlos. Es entonces que los antioxidantes (aliados nuestros) juegan su papel más importante, combatiendo los efectos nocivos que los primeros ocasionan, entre ellos incrementar el riesgo de aparición de algunos tipos de cáncer. Algunos antioxidantes bien conocidos son la vitamina A, la vitamina E y la vitamina C, entre otros, que se pueden obtener consumiendo adecuadas cantidades de frutas y vegetales, así como algunos alimentos fortificados con ellos.
Cáncer y Consumo de Fibra
Muchos estudios epidemiológicos han encontrado una importante relación entre las dietas ricas en fibra dietética y la prevención de algunos tipos de cáncer, como el de colon. Se ha encontrado que la fibra mejora la velocidad de tránsito intestinal, por lo que las paredes del colon se ven menos expuestas a ciertas substancias que pueden favorecer la aparición del mismo (American Journal of Medicine, 1999 y European Journal of Cancer Prevention, 1997). Nuevamente se hace referencia a las frutas y vegetales como dos grandes grupos alimenticios fuentes de fibra dietética, así como también, los son los alimentos integrales: afrecho, salvado de avena, avena integral, pan 100% integral, etc.
Consecuencias Generales del Cáncer
Una vez que el cáncer se ha desarrollado, sus consecuencias dependen de su ubicación, la severidad y el tratamiento requerido. Por ejemplo, el cáncer de lengua tiene diferentes consecuencias e implicaciones para el paciente, que el cáncer de piel. La efectividad del tratamiento médico y la intervención nutricional dependen de que ambos se realicen en etapas tempranas de la enfermedad, junto con la condición de salud en general, de la persona afectada.
La pérdida del apetito y del peso, la disminución de masa muscular y proteínas en sangre y la debilidad generalizada, tipifican el síndrome de desgaste del cáncer, que ocurre muy frecuentemente en los pacientes. La anorexia involuntaria es una gran contribuyente del síndrome de desgaste del cáncer y es ocasionada por varios factores como fatiga, nauseas y vómitos recurrentes, dolor, estrés, obstrucciones en algunas áreas, depresión, falta de apoyo familiar, etc. Si el cáncer aparece en el sistema gastrointestinal, puede ocurrir malabsorción de gran cantidad de nutrientes, complicando todavía más el cuadro.

Intervención nutricional y recomendaciones a familiares y pacientes
Los tratamientos médicos actuales para el cáncer -quimioterapia, radioterapia, cirugía o sus combinaciones- son de las mejores estrategias con que se cuenta. Sin embargo, en muchos casos, afectan de alguna manera el estado nutricional del paciente. La oportuna intervención del Nutricionista, contribuye a que esto se minimice, tanto en el equipo interdisciplinario que maneje el caso, como brindando educación nutricional a familiares y pacientes, para el hogar o centro de salud.
A continuación se citan algunos de los problemas nutricionales más frecuentes y las estrategias para combatirlos:
1. Falta de apetito:
  • Ingerir pequeñas comidas a lo largo del día, incluyendo meriendas
  • Consumir la mayor cantidad de comida del día cuando el estado mejore
  • Incluir ocasionalmente fórmulas enterales (consultar a su Nutricionista)
  • Ofrecer al paciente sus alimentos favoritos frecuentemente
  • Ingerir líquidos y sólidos por aparte
  • Servir las comidas de manera atractiva
2. Cambios en el sabor de los alimentos
  • Añadir salsas o aderezos ligeros a las preparaciones
  • Evitar los productos enlatados
  • Usar huevos, lácteos , pollo o pescado en lugar de carne de res
  • Combine las comidas con hierbas o especias diferentes
  • No utilice condimentos artificiales o salsas muy condimentadas
3. Nauseas y vómitos recurrentes:

  • Apenas se levante, ingerir una tostada, una galletas tipo cracker, un par de pretzels, luego, a los 30 minutos desayune.
  • Ingerir líquidos y sólidos por aparte
  • Consumir caldos desgrasados, jugos naturales, gelatinas o agua de arroz, para mantenerse hidratado
  • Evitar comer 2 horas antes del tratamiento de quimioterapia
  • Fraccionar las comidas en el día e ingerir en pequeñas cantidades
  • Evitar las comidas muy condimentadas o muy grasosas
4. Problemas de masticación y deglución:
  • Modificar la consistencia de las comidas a papillas o purés
  • Incluir alimentos ricos en calorías en las comidas: mantequilla de maní, helados, jugos o néctares, frutas en almíbar hechas papilla, compotas, gelatina, etc
  • Utilizar una pajilla (popote) para ingerir los líquidos
  • Mezclar los líquidos y sólidos en las comidas
5. Boca seca:
  • Incluir salsas, sopas, cremas y refrescos con las comidas
  • Chupar hielo y confites agridulces con frecuencia
  • Lavar los dientes con frecuencia para evitar desarrollo de bacterias
  • Procurar ingerir 8 vasos con agua al día (mantener una botella con este líquido cerca)
Es importante garantizar que el paciente ingiera, hasta donde le sea posible, alimentos de todos los grupos existentes:
Harinas Arroz, pastas, avena, tortillas, papas, yuca, camote, frijoles, garbanzos, etc
Frutas Manzana, naranjas, banano, uvas, piña, mango, sandía, etc
Vegetales Tomate, lechuga, repollo, zanahoria, brócoli, coliflor, pepino, etc
Carnes y demás Pollo, pescado, res, mariscos y huevos
Lácteos Leche, quesos, yogurt
Grasas Aceites, margarina, mantequilla, natilla,
nueces y semillas
Azúcares (con moderación) Golosinas, postres, helados, pasteles, repostería, etc

Entre mejor preparado esté su organismo para luchar, mejor ganará la batalla.

martes, 5 de mayo de 2015

LOS TRATAMIENTOS PARA COMBATIR EL CANCER

LOS  TRATAMIENTOS PARA COMBATIR EL  CANCER






La cirugía es a menudo la primera opción de tratamiento si se puede extirpar el tumor del cuerpo. A veces sólo se puede eliminar parte del tumor. Antes o después de la cirugía, se puede usar radiación, quimioterapia o ambas para reducir el tumor.

Los médicos usan quimioterapia (o “quimio”) para combatir las células cancerosas. El término quimioterapia se refiere al uso de medicamentos para destruir las células cancerosas. Por lo general, los medicamentos se administran por una vena (vía intravenosa) o se toman vía oral. Luego, los medicamentos de quimioterapia viajan a través del torrente sanguíneo del cuerpo, logrando alcanzar las células cancerosas que pueden haberse propagado del tumor a otros lugares del cuerpo (metástasis).

 


La radioterapia utiliza rayos de alta energía (como rayos X) para destruir las células cancerosas y reducir el tamaño de tumores. La radiación puede provenir desde el exterior del cuerpo (radiación externa) o mediante materiales radiactivos colocados directamente en el tumor (radiación interna o implantes radiactivos). El tratamiento con radiación externa es similar a someterse a una radiografía. La radiación en sí no causa dolor, aunque el daño a los tejidos puede causar efectos secundarios.  

Otros tipos de tratamiento de los que tal vez escuche hablar son la terapia hormonal, el trasplante de médula ósea o de células madre, la inmunoterapia o las terapias dirigidas. La terapia hormonal se usa algunas veces en el tratamiento de ciertos cánceres de próstata y seno. La inmunoterapia es un tratamiento que puede incrementar la función del sistema inmunológico del paciente y ayudarle a combatir el cáncer. Por otro lado, la terapia dirigida es un tratamiento que se orienta directamente a las células cancerosas con lo cual se causa un menor daño a las células normales.
Podría ser que usted conozca a más de una persona que también esté recibiendo tratamiento para el mismo tipo de cáncer, pero no suponga que dos personas responderán igual a un mismo tratamiento. Cada cáncer es diferente, y cada persona responde de forma distinta al tratamiento. Por esta razón, es mejor no comparar a una persona con otra.


Podría ser que usted conozca a más de una persona que también esté recibiendo tratamiento para el mismo tipo de cáncer, pero no suponga que dos personas responderán igual a un mismo tratamiento. Cada cáncer es diferente, y cada persona responde de forma distinta al tratamiento. Por esta razón, es mejor no comparar a una persona con otra.